programar
Está claro que la felicidad no se puede programar, por eso, es tan importante vivirla cuando nos llega. Esos momentos tan extraordinarios, pedacitos que nos llenan el corazón de ternura y cariño sinceros, unos fragmentos de tiempo que van y que vienen, que conforman el aquí y el ahora, que disfrutamos cuando los vivimos y que, siempre que los recordamos, nos dejan una tremenda sonrisa en los labios.
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